viernes, 31 de agosto de 2007

Lecturas semana del 3 al 7 de septiembre

DURKHEIM, E. (1987) Las reglas del método sociológico, Ed. La Pléyade, Buenos Aires.
Pág. 67
DURKHEIM, E. (1985) La división del trabajo social, Ed. Planeta – Agostini, Barcelona. Introducción.
Pág. 77
DURKHEIM, E. (1985) El suicidio, Akal-Universitaria, Madrid.
Pág. 87

DUNNING, E. (1983), Lazos sociales y violencia en el deporte, en Goldstein
(comp.), Sport Violence, Nueva York. Fragmentos seleccionados en Trabajo Práctico Nº 5

Trabajo práctico Nº 5

Fecha de entrega (a los grupos a los que se les pida)
Com. 1 miércoles 5/09 de 18 a 20
Com. 2 viernes 7/09 de 9 a 11

Consigna: A partir de la lectura previa de los textos seleccionados de Durkheim (páginas 67, 77 y 87 de la cartilla), de Dunning (adjuntados como material de práctico) y, del texto “Inquietudes sociológicas. Las preguntas reiteradas de los teóricos sociales” de María Ángela Aguilar (pág. 11 de la cartilla), respondan en la clase práctica a los siguientes interrogantes:

1. A partir del texto “Inquietudes sociológicas…” y del Prefacio a las Reglas del Método Sociológico, ¿cómo situarían a Durkheim en la relación entre individuo y sociedad?

2. Vinculen los tipos de sociedad, tipos de solidaridad y los tipos de derecho propuestos por Durkheim.

3. Si Durkheim propone que con la división del trabajo desaparecen las sociedades con lazos sociales segmentarios, ¿qué opina Dunning al respecto? ¿qué ocurre entonces con las formas de solidaridad?


DUNNING, E. (1983), Lazos sociales y violencia en el deporte, en Goldstein
(comp.), Sport Violence, Nueva York. Fragmentos seleccionados

La violencia y la transformación de los lazos sociales

Si bien Elias no lo expresa con estos términos, considero justo decir que un aspecto central del proceso civilizador –el alargamiento de las cadenas de interdependencia- llevó aparejado un cambio en el patrón de los lazos sociales comparable al descrito por Durkheim como transición de la solidaridad “mecánica” a la solidaridad “orgánica”. Con el fin de alejar del análisis las connotaciones de valor implícitas en la terminología de Durkheim, y para transmitir la idea de que ambos conceptos aluden a formas de interdependencia, propongo describir este aspecto del proceso como aquel en el curso del cual los lazos “segmentarios” fueron sustituidos cada vez más por lazos “funcionales”. En el centro de esta transformación tuvo lugar un proceso en el que poco a poco disminuyó la importancia de los lazos de adscripción a la familia y al lugar de residencia mientras aumentaba la de los lazos adquiridos determinados por la división del trabajo.
(…)
Tampoco es mi intención sugerir con este análisis que la tendencia hacia el predominio cada vez mayor de los lazos funcionales haya sido un proceso simple ni unilineal, o que tenga necesariamente que continuar en el futuro. Diversas precondiciones interrelacionadas facilitaron ese desarrollo en el pasado, entre las cuales se destacan el crecimiento económico continuado, la habilidad del Estado para retener el monopolio del uso de la fuerza y, pese a la tenaz oposición mostrada a menudo por los grupos gobernantes, su anuencia a largo plazo para establecer compromisos y otorgar concesiones a medida que aumentaba el poder de los grupos subordinados. (…)

Los lazos sociales segmentarios y la sociogénesis de la Violencia afectiva

Toda sociedad en cuya estructura predominan los lazos segmentarios tiende a generar violencia física en las relaciones humanas de diversas maneras que se refuerzan unas con otras. Expresado con una analogía de la cibernética, podría decirse que los elementos de tal estructura social forman un ciclo de retroalimentación positiva que aumentan de forma exorbitante la tendencia a emplear la violencia en todos los niveles y en todas las esferas de las relaciones sociales. (...) La lucha, con o sin armas, es endémica, debido en gran parte a que los grupos “nosotros” están definidos con unos límites estrechos y, por tanto, incluso grupos ostensiblemente similares pertenecientes a la misma localidad son definidos como grupos de “extraños” o “extranjeros”. Tan fuertes son los sentimientos de orgullo y de pertenencia al grupo generados en segmentos concretos de la familia y la comunidad local que el conflicto y la rivalidad son virtualmente inevitables cada vez que se ven los miembros de dos o más de ellos. Y sus normas de agresión, aunadas a la ausencia de presión social para actuar con autocontrol, hacen que el conflicto entre ellos desemboque en la lucha con facilidad. Así es; luchar, tanto dentro como entre tales grupos, es necesario para conseguir y mantener una buena reputación acorde con sus normas de masculinidad agresiva. Los mejores luchadores suelen destacar como líderes, y todos los miembros de esos grupos han de pelear para sentir y para demostrar a otros que ellos son “hombres”.
(...)
La violencia endémica característica de este tipo de sociedades, aunada al hecho de que su estructura consolida el poder de una clase gobernante de guerreros y que resalta la agresividad y la fuerza masculinas conduce al dominio generalizado de los hombres sobre las mujeres. A su vez, el predominio del macho lleva un alto grado de separación en las vidas de los dos sexos y, con ella, a que se creen familias matriarcales. La ausencia relativa del padre con respecto a la familia, junto con el gran tamaño de ésta que es típico en tal tipo de sociedades, significa que los hijos no están sometidos a la supervisión estricta, continua o eficaz de los adultos.

Lazos funcionales, presiones civilizadoras y sociogénesis de
la violencia racional
Las sociedades muy próximas al modelo de lazos funcionales son, en la mayoría de los aspectos, diametralmente opuestas a las sociedades en las que el modelo de lazos segmentarios es el dominante. Al igual que las últimas, aquellas están sometidas a un ciclo de retroalimentación positiva pero, en este caso, el ciclo cumple, como contrapeso, una función civilizadora, pues sirve principalmente para limitar y contener el nivel de violencia en las relaciones sociales. Esto no significa necesariamente que se reduzca el índice de violencia sino más bien que conduce al predominio de formas de violencia más silenciosas. Sin embargo, la estructura de tales sociedades genera simultáneamente una intensa presión competitiva y una tendencia a emplear medios racionales para la consecución de los objetivos propuestos. A su vez, esta combinación hace que se tienda a utilizar racional o instrumentalmente la violencia ilegítima y otras formas de violación de las reglas en determinados contextos sociales, por ejemplo en los deportes de combate altamente competitivos. (...)
Esta clase de sociedad es altamente competitiva porque una elaborada división del trabajo genera asimismo una ideología en torno al éxito y una tendencia a asignar los papeles sobre la base de los éxitos logrados más que sobre la base de la adscripción. Esta intensificación de la competitividad conduce al aumento generalizado de la rivalidad y la agresividad en las relaciones sociales pero, en la medida en que el Estado reclama y ejerce el monopolio sobre el derecho a emplear la fuerza física, ésta no puede tener salida en la conducta violenta abierta y directa. En la misma dirección funcionan las normas dominantes generadas en tal sociedad al decretar que la violencia es un error, de modo que cuando estas normas son interiorizadas en el curso de la socialización, los hombres y mujeres terminan por tener un umbral de rechazo bajo en lo tocante a cometer o presenciar directamente actos violentos.
Ahora bien, mientras la tendencia dominante en una sociedad así va encaminada hacia un nivel de control de la violencia comparativamente alto y eficaz, la presión competitiva –aunada al hecho de que las largas cadenas de interdependencia y el correspondiente modelo de socialización inciden en las personas para que planifiquen sus acciones, aplacen la gratificación inmediata y utilicen medios racionales en el objetivo de sus metas- hacen que haya una tendencia paralela hacia el empleo planificado o instrumental de la violencia en el común de los ciudadanos dentro de determinados contextos sociales, sobre todo en el crimen y la delincuencia, en los deportes y, en menor grado, en la socialización y educación de los niños. El empleo de la violencia instrumental en los deportes es el único que nos interesa aquí.
El primer punto a señalar en este campo es el hecho de que, en las sociedades en una elevada presencia de lazos funcionales, los deportes altamente combativos como el rugby, el fútbol y el boxeo forman un enclave social con formas de violencia concretas socialmente permitidas. Tales deportes son luchas fingidas ritualizadas y civilizadas en las que el empleo de la fuerza física queda circunscrito por reglas y convenciones además de ser controlado, de manera inmediata, por funcionarios como los árbitros y, en un nivel superior, por los comités y tribunales establecidos por los organismos de dirección pertinentes nacionales e internacionales. Sin embargo, a medida que aumenta la presión competitiva en estos deportes, sea porque quienes los practican compiten por recompensas extrínsecas como una remuneración económica o el honor de ganar un trofeo, sea porque los grupos locales o nacionales a quienes representan los presionan para ganar, la importancia de la victoria tenderá a usar la violencia indebidamente en aquellas situaciones en que crean que es baja la posibilidad de que los descubran o tras calcular que el riesgo de ser castigados por las faltas cometidas no disminuirá significativamente la posibilidad de conseguir sus objetivos a largo plazo, sean personales o del equipo en general.

LAZOS SEGMENTARIOS EN LA CLASE TRABAJADORA Y SOCIOGÉNESIS DE LA AFICIÓN VIOLENTA Y DESMESURADA AL FÚTBOL

Comúnmente se cree que el fenómeno de la violenta afición al fútbol en Gran Bretaña se convirtió por primera vez en un “problema social” en los años sesenta del presente siglo. Las investigaciones realizadas muestran empero que no ha habido un solo período en la historia del juego sin que se presentasen desórdenes en escala importante. De hecho, su incidencia ha seguido una curva en “U”, pues fue relativamente alta antes de la Primera Guerra Mundial, descendió en el período de entreguerras y se mantuvo relativamente baja hasta el final del decenio de 1950. Luego, a lo largo de los años sesenta, aumentó de nuevo y fue ascendiendo con bastante rapidez desde mediados de la década hasta convertirse en un acompañante “normal” de los partidos profesionales. Pese a tales variaciones en su incidencia a lo largo del tiempo, una característica recurrente de la afición desmesurada al fútbol es el empleo de la violencia física, que puede consistir en ataques a los jugadores y árbitros o en choques entre grupos rivales de aficionados. En la etapa actual, son los choques entre grupos rivales de aficionados, y a menudo también contra los agentes de la policía que interviene, la principal modalidad de violencia que incurren los hinchas futboleros. (…)
Quisiera formular la hipótesis de que la conducta violenta de los hinchas de futboleros –contenga o no elementos rituales- está relacionada de manera central con las normas de masculinidad que: a) resaltan hasta el extremo la rudeza y la habilidad para pelear; b) son, en ese aspecto, distintas en grado –pero no en clase- de las normas de masculinidad actualmente dominantes en la sociedad en general; y c) tienden, como consecuencia, a recibir la constante condena de los grupos socialmente dominantes. De hecho, tales normas recuerdan en muchos aspectos las normas de masculinidad que predominaban en la sociedad británica en una etapa anterior de su desarrollo, más concretamente, las normas de hombría que, si el análisis antes presentado es correcto, fueron generadas en la Edad Media y principios de la Edad Moderna por las modalidades de lazos segmentarios y por sus equivalentes en la estructura social más amplia.
Hay al menos cuatro aspectos de la actual afición violenta y desmesurada al fútbol que hacen pensar en la posibilidad de que sus características medulares se originarías en los lazos segmentarios. Son:
1) El hecho de que a los grupos implicados les resulte tan interesante, y a veces incluso más, combatirse mutuamente como presenciar un partido de fútbol. De hecho, basta oírlos para pensar que disfrutan positivamente con la lucha y que, para ellos, la habilidad de pelear constituye la principal fuente de prestigio tanto en el nivel individual como en el de grupo.
2) El hecho de que los grupos rivales estén constituidos principalmente por miembros del mismo estrato social, es decir, de los llamados sectores “rudos” de la clase obrera. Esto significa que, para entender el fenómeno, hay que explicar primero el hecho de que en su violencia hay un conflicto intra-clase en contraposición con el conflicto inter-clases. Este hecho puede explicarse mediante el sistema de lazos segmentarios, si bien es necesario asentar claramente que decir esto no es negar ni que tales grupos participen en los conflictos entre las clases –por ejemplo, se enfrentan regularmente con la policía, que es el representante de las clases dominantes-, ni que sean víctimas de la explotación de grupos socialmente más poderosos.
3) El hecho de que la lucha de tales grupos adopte la forma de una vendetta, en el sentido de que, con independencia de las acciones no encubiertas que realicen, atacan a cualquier individuo o grupo sólo por mostrar en público la insignia de pertenencia a un grupo rival. Las enemistades que a lo largo del tiempo se desarrollan entre grupos rivales de aficionados, y que perduran pese a los cambios de personas habidos dentro de esos grupos, apuntan en la misma dirección, es decir, traslucen el enorme grado de identificación de los miembros por separado con los grupos a que pertenecen.
4) El notable grado de conformidad y uniformidad en la acción que se muestra en canciones y los lemas de los violentos hinchas de fútbol. Un tema recurrente en esas canciones y lemas es el reforzamiento de la imagen masculina del grupo a que se pertenece aunado a la denigración y los ataques a la falta de virilidad del grupo contrario. En caso de grupos más individualizados, resulta difícil creer que sus miembros desearan o pudieran emprender acciones tan complejas y uniformes y, consiguientemente, es razonable suponer que en la base de estos grupos se hallen los efectos homogeneizadores de los lazos segmentarios.
(…) estas modernas formas de enlace segmentario no son idénticas a las preindustriales por hallarse en una sociedad que posee un Estado relativamente estable y eficaz y en la que existe una complicada red de interdependencias. El resultado es que, hoy, los grupos locales ligados por lazos segmentarios están sometidos a presiones y controles “civilizadores” provenientes de dos fuentes principales: 1) de las agencias del Estado en las esferas de la policía, la educación y el trabajo social y 2) de los grupos ligados por lazos funcionales que existen en la sociedad más amplia. En el último caso, la presión la imponen tales grupos en parte con sus acciones directas y en parte con la influencia que llegan a ejercer sobre los medios de comunicación de masas y las agencias oficiales.
En resumen: los grupos segmentarios en las sociedades modernas están sometidos a restricciones desde afuera pero no, ni muchísimo menos en el mismo grado, desde adentro. Internamente sus miembros continúan encerrados en figuraciones sociales que evocan en muchos aspectos las formas preindustriales de enlace segmentario y que, consiguientemente, generan sutiles formas de masculinidad agresiva. Los intensos sentimientos de pertenencia al grupo y de hostilidad hacia los demás grupos en los que miembros de tales grupos ligados por lazos segmentarios significan que el enfrentamiento es prácticamente inevitable cuando sus miembros se ven frente a frente. Por otra parte, sus normas de masculinidad agresiva y su relativa incapacidad para autocontrolarse significan que el conflicto nacido entre ellos conduce fácilmente a la pelea directa. De hecho, tanto como ocurrió con sus equivalentes preindustriales, la lucha dentro y entre tales grupos es necesaria para el establecimiento y la conservación del prestigio conforme a sus normas de masculinidad agresiva. En consecuencia, los individuos, a nivel personal, obtienen placer realizando lo que para ellos es un papel socialmente necesario.

Trabajo Práctico Nº 4

  1. 1. A partir del texto “Inquietudes sociológicas…” ¿cómo situaría a Weber en la relación entre individuo y sociedad?
  2. ¿Qué es la acción social y cuales son los tipos ideales de acción propuestos por Weber?
  3. Relacionen dos de las distinciones hechas por Bauman entre sociología y sentido común (discurso responsable y abstracción) con la propuesta de Weber.

sábado, 25 de agosto de 2007

Textos para la semana del 27 al 31 de agosto

AGUILAR, M. A. (2007) "Inquietudes sociológicas. Las preguntas reiteradas de los teóricos sociales."
pp. 11 a 19 de la cartilla

WEBER, M. "Conceptos Sociológicos Fundamentales" textos seleccionados de Cap. 1 de Economía y Sociedad.
pp. 109 a 116 Unidad 2 de la cartilla

miércoles, 22 de agosto de 2007

Práctico Nº 3

1. En base al texto de Javier Yudi caracterice las nociones de comunidad y sociedad
2. ¿Cuál es la importancia de esas nociones para describir el proceso de modernización europea del siglo XIX?
3. ¿Por qué la propaganda adquiere importancia en las sociedades modernas en contraste con las comunidades?

viernes, 17 de agosto de 2007

Práctico Nº2 Com 1: 15/08 y Com 2: 17/08

Consignas:

1) Según Bauman, ¿qué es lo específico de la sociología?
2) Desarrolle los aspecto en los que la sociología se diferencia del sentido común. Identifiquen aquellos que se relacionan con la propuesta de Elias ( cuento de Poe de los pescadores)

martes, 14 de agosto de 2007

Lecturas

Lecturas Práctico semana del 13 al 17 de agosto

  • Presentación del Programa Pág de la cartilla1 a 3
  • Bauman, Z. (1990) Pensando sociológicamente. Pág de la cartilla 20 a 26
  • Guerrero, M. G. "La desnaturalización de lo social" Presentación y selección de autores varios. Pág 27 a 32.

Lecturas Teórico semana del 20 a 24 de agosto

  • Mattelart, A y M. Mattelart (1997), Historia de las teorías de la comunicación. Pág. de la cartilla 46 a 52.

IMPORTANTE: Faltan las páginas 47 y 48 de la cartilla reclamen en la fotocopiadora

  • Lucchini C., Siffredi, L. y J. Labiaguerre (1997) Procesos sociales y Marco Histórico de la Sociología. Pág. de la cartilla 34 a 45

Práctico Nº 1

1) Identifique cuales son los grupos que realizan algún tipo de demanda social (asociaciones barriales, jóvenes, música, de género, etc.)
2) Escoja uno de estos grupos y describa lo siguiente: quienes lo conforman, cómo se manifiestan, cuáles son sus demandas.
3) Realice un breve comentario sobre su accionar.

Nota:
  • grupos de no más de 5 (cinco) de la misma comisión.
  • Especificar de donde obtuvieron la información (citar fuente: charlas informales, artículos periodísticos, radio, tv, etc)
  • Fecha de entrega: En las respectivas comisiones en que estén anotados la semana del 20 al 24 de agosto.