lunes, 25 de junio de 2007

Propuestas para leer la cartilla impresa y el blog

La cartilla es un medio para acercarles los materiales de lectura seleccionados por la cátedra, quienes la elaboramos pensamos algunos instrumentos: presentación de la unidad, biografías, glosario, guías de lectura, etc., que buscan facilitar su lectura.

En este blog encontrarán una estructura similar a la cartilla y algunos de los textos de la misma. La ventaja del blog es que ustedes pueden introducir comentarios o preguntas y, así, creamos entre todos un espacio más de intercambio.

Tema de la unidad

La propuesta de la cátedra de sociología está organizada en unidades. Cada unidad se organiza en un eje temático central y temas secundarios que pueden provenir de unidades anteriores.

Biografías

De todos los autores que han sido seleccionados para esta cartilla, algunos de ellos nos interesan particularmente por el aporte que hicieron a la teoría social. Les ofrecemos, antes de la lectura de sus textos, una breve reseña bibliográfica que les sirva para situarse en el contexto en que escribieron los autores clásicos de la sociología.

Diccionario

Las palabras que componen el lenguaje de la sociología, en particular, y de las ciencias sociales, en general, si bien requieren precisiones conceptuales, no tienen un único significado. Veremos que hay algunas que mantienen un sentido más unívoco. Otras, en cambio, presentan una complejidad mucho mayor a la hora de indagar sobre su sentido.
Al final de la unidad 1 encontrarán un diccionario con las definiciones de algunas de las palabras sombreadas. Los invitamos a incorporar otras palabras que también necesiten de una definición que nos ayude a comprender el texto a lo largo de la cartilla.

Comentarista $

El comentarista es un autor que generalmente ofrece una interpretación del pensamiento de otro autor.

Textos seleccionados

En una primera aproximación a la sociología e iniciándose en la vida universitaria la lectura de los autores clásicos de la sociología se vuelve compleja y es posible que no encuentren el eje de los textos. Por este motivo, la cátedra realizó una “selección” de textos que destaca algunas páginas o párrafos de los autores en las que se destacan las ideas principales del autor sobre el tema central de la unidad e, inevitablemente, se dejan de lado otras partes del texto, sin duda ricas e interesantes.

Textos de aplicación
Los textos seleccionados son, en su mayoría, textos sobre teoría social de autores clásicos y contemporáneos. La teoría social, como herramienta al servicio de la comprensión de la realidad, es utilizada por estudiantes, intelectuales y periodistas. En los textos de aplicación ustedes encontrarán los distintos modos de emplear la teoría.

Códigos para la lectura de los textos

(...)
Se ubica entre párrafo y párrafo y señala que se ha quitado parte del texto original.


S
La letra S mayúscula seguida por un número significa sigo ( S. XIX)

Al principio de cada unidad hay un recuadro en el que aparecen los principales temas que serán abordados.


Guía de lecturas

Las guías de lectura que encontrarán con el martial de prácticos, como su palabra lo indica, son solo una guía. Les proponemos algunos interrogantes sobre el texto, que les puede servir para comprenderlo y pueden trabajar esta guía de modo individual o en pequeños grupos, en los cuales debatan el sentido del texto.

Texto de Aplicación: DUNNING, E.

Textos de aplicación:

DUNNING, E. (1983), Lazos sociales y violencia en el deporte, en Goldstein (comp.), Sport Violence, Nueva York. (Fragmentos seleccionados)


La violencia y la transformación de los lazos sociales

Si bien Elias no lo expresa con estos términos, considero justo decir que un aspecto central del proceso civilizador –el alargamiento de las cadenas de interdependencia- llevó aparejado un cambio en el patrón de los lazos sociales comparable al descrito por Durkheim como transición de la solidaridad “mecánica” a la solidaridad “orgánica”. Con el fin de alejar del análisis las connotaciones de valor implícitas en la terminología de Durkheim, y para transmitir la idea de que ambos conceptos aluden a formas de interdependencia, propongo describir este aspecto del proceso como aquel en el curso del cual los lazos “segmentarios” fueron sustituidos cada vez más por lazos “funcionales”. En el centro de esta transformación tuvo lugar un proceso en el que poco a poco disminuyó la importancia de los lazos de adscripción a la familia y al lugar de residencia mientras aumentaba la de los lazos adquiridos determinados por la división del trabajo.

Los lazos sociales segmentarios y la sociogénesis de la Violencia afectiva

Toda sociedad en cuya estructura predominan los lazos segmentarios tiende a generar violencia física en las relaciones humanas de diversas maneras que se refuerzan unas con otras. Expresado con una analogía de la cibernética, podría decirse que los elementos de tal estructura social forman un ciclo de retroalimentación positiva que aumentan de forma exorbitante la tendencia a emplear la violencia en todos los niveles y en todas las esferas de las relaciones sociales. (...) La lucha, con o sin armas, es endémica debido en gran parte a que los grupos “nosotros” están definidos con unos límites estrechos y, por tanto, incluso grupos ostensiblemente similares pertenecientes a la misma localidad son definidos como grupos de “extraños” o “extranjeros”. Tan fuertes son los sentimientos de orgullo y de pertenencia al grupo generados en segmentos concretos de la familia y la comunidad local que el conflicto y la rivalidad son virtualmente inevitables cada vez que se ven los miembros de los o más de ellos. Y sus normas de agresión, aunadas a la ausencia de presión social para actuar con autocontrol, hacen que el conflicto entre ellos desemboque en la lucha con facilidad. Así es; luchar, tanto dentro como entre tales grupos, es necesario para conseguir y mantener una buena reputación acorde con sus normas de masculinidad agresiva. Los mejores luchadores suelen destacar como líderes, y todos los miembros de esos grupos han de pelear para sentir y para demostrar a otros que ellos son “hombres”.
(...)
La violencia endémica característica de este tipo de sociedades, aunada al hecho de que su estructura consolida el poder de una clase gobernante de guerreros y que resalta la agresividad y la fuerza masculinas conduce al dominio generalizado de los hombres sobre las mujeres. A su vez, el predominio del macho lleva un alto grado de separación en las vidas de los dos sexos y, con ella, a que se creen familias matriarcales. La ausencia relativa del padre con respecto a la familia, junto con el gran tamaño de ésta que es típico en tal tipo de sociedades, significa que los hijos no están sometidos a la supervisión estricta, continua o eficaz de los adultos.

Lazos funcionales, presiones civilizadoras y sociogénesis de
la violencia racional

Las sociedades muy próximas al modelo de lazos funcionales son, en la mayoría de los aspectos, diametralmente opuestas a las sociedades en las que el modelo de lazos segmentarios es el dominante. Al igual que las últimas, aquellas están sometidas a un ciclo de retroalimentación positiva pero, en este caso, el ciclo cumple, como contrapeso, una función civilizadora, pues sirve principalmente para limitar y contener el nivel de violencia en las relaciones sociales. Esto no significa necesariamente que se reduzca el índice de violencia sino más bien que conduce al predominio de formas de violencia más silenciosas. Sin embargo, la estructura de tales sociedades genera simultáneamente una intensa presión competitiva y una tendencia a emplear medios racionales para la consecución de los objetivos propuestos. A su vez, esta combinación hace que se tienda a utilizar racional o instrumentalmente la violencia ilegítima y otras formas de violación de las reglas en determinados contextos sociales, por ejemplo en los deportes de combate altamente competitivos. (...)
Esta clase de sociedad es altamente competitiva porque una elaborada división del trabajo genera asimismo una ideología en torno al éxito y una tendencia a asignar los papeles sobre la base de los éxitos logrados más que sobre la base de la adscripción. Esta intensificación de la competitividad conduce al aumento generalizado de la rivalidad y la agresividad en las relaciones sociales pero, en la medida en que el Estado reclama y ejerce el monopolio sobre el derecho a emplear la fuerza física, ésta no puede tener salida en la conducta violenta abierta y directa. En la misma dirección funcionan las normas dominantes generadas en tal sociedad al decretar que la violencia es un error, de modo que cuando estas normas son interiorizadas en el curso de la socialización, los hombres y mujeres terminan por tener un umbral de rechazo bajo en lo tocante a cometer o presenciar directamente actos violentos.
Ahora bien, mientras la tendencia dominante en una sociedad así va encaminada hacia un nivel de control de la violencia comparativamente alto y eficaz, la presión competitiva –aunada al hecho de que las largas cadenas de interdependencia y el correspondiente modelo de socialización inciden en las personas para que planifiquen sus acciones, aplacen la gratificación inmediata y utilicen medios racionales en el objetivo de sus metas- hacen que haya una tendencia paralela hacia el empleo planificado o instrumental de la violencia en el común de los ciudadanos dentro de determinados contextos sociales, sobre todo en el crimen y la delincuencia, en los deportes y, en menor grado, en la socialización y educación de los niños. El empleo de la violencia instrumental en los deportes es el único que nos interesa aquí.
El primer punto a señalar en este campo es el hecho de que, en las sociedades en una elevada presencia de lazos funcionales, los deportes altamente combativos como el rugby, el fútbol y el boxeo forman un enclave social con formas de violencia concretas socialmente permitidas. Tales deportes son luchas fingidas ritualizadas y civilizadas en las que el empleo de la fuerza física queda circunscrito por reglas y convenciones además de ser controlado, de manera inmediata, por funcionarios como los árbitros y, en un nivel superior, por los comités y tribunales establecidos por los organismos de dirección pertinentes nacionales e internacionales. Sin embargo, a medida que aumenta la presión competitiva en estos deportes, sea porque quienes los practican compiten por recompensas extrínsecas como una remuneración económica o el honor de ganar un trofeo, sea porque los grupos locales o nacionales a quienes representan los presionan para ganar, la importancia de la victoria tenderá a usar la violencia indebidamente en aquellas situaciones en que crean que es baja la posibilidad de que los descubran o tras calcular que el riesgo de ser castigados por las faltas cometidas no disminuirá significativamente la posibilidad de conseguir sus objetivos a largo plazo, sean personales o del equipo en general.

LAZOS SEGMENTARIOS EN LA CLASE TRABAJADORA Y SOCIOGÉNESIS DE LA AFICIÓN VIOLENTA Y DESMESURADA AL FÚTBOL

Comúnmente se cree que el fenómeno de la violenta afición al fútbol en Gran Bretaña se convirtió por primera vez en un “problema social” en los años sesenta del presente siglo. Las investigaciones realizadas muestran empero que no ha habido un solo período en la historia del juego sin que se presentasen desórdenes en escala importante. De hecho, su incidencia ha seguido una curva en “U”, pues fue relativamente alta antes de la Primera Guerra Mundial, descendió en el período de entreguerras y se mantuvo relativamente baja hasta el final del decenio de 1950. Luego, a lo largo de los años sesenta, aumentó de nuevo y fue ascendiendo con bastante rapidez desde mediados de la década hasta convertirse en un acompañante “normal” de los partidos profesionales. Pese a tales variaciones en su incidencia a lo largo del tiempo, una característica recurrente de la afición desmesurada al fútbol es el empleo de la violencia física, que puede consistir en ataques a los jugadores y árbitros o en choques entre grupos rivales de aficionados. En la etapa actual, son los choques entre grupos rivales de aficionados, y a menudo también contra los agentes de la policía que interviene, la principal modalidad de violencia que incurren los hinchas futboleros.
Quisiera formular la hipótesis de que la conducta violenta de los hinchas de futboleros –contenga o no elementos rituales- está relacionada de manera central con las normas de masculinidad que: a) resaltan hasta el extremo la rudeza y la habilidad para pelear; b) son, en ese aspecto, distintas en grado –pero no en clase- de las normas de masculinidad actualmente dominantes en la sociedad en general; y c) tienden, como consecuencia, a recibir la constante condena de los grupos socialmente dominantes. De hecho, tales normas recuerdan en muchos aspectos las normas de masculinidad que predominaban en la sociedad británica en una etapa anterior de su desarrollo, más concretamente, las normas de hombría que, si el análisis antes presentado es correcto, fueron generadas en la Edad Media y principios de la Edad Moderna por las modalidades de lazos segmentarios y por sus equivalentes en la estructura social más amplia.
Hay al menos cuatro aspectos de la actual afición violenta y desmesurada al fútbol que hacen pensar en la posibilidad de que sus características medulares se originarías en los lazos segmentarios. Son:
1) El hecho de que a los grupos implicados les resulte tan interesante, y a veces incluso más, combatirse mutuamente como presenciar un partido de fútbol. De hecho, basta oírlos para pensar que disfrutan positivamente con la lucha y que, para ellos, la habilidad de pelear constituye la principal fuente de prestigio tanto en el nivel individual como en el de grupo.
2) El hecho de que los grupos rivales estén constituidos principalmente por miembros del mismo estrato social, es decir, de los llamados sectores “rudos” de la clase obrera. Esto significa que, para entender el fenómeno, hay que explicar primero el hecho de que en su violencia hay un conflicto intra-clase en contraposición con el conflicto inter-clases. Este hecho puede explicarse mediante el sistema de lazos segmentarios, si bien es necesario asentar claramente que decir esto no es negar ni que tales grupos participen en los conflictos entre las clases –por ejemplo, se enfrentan regularmente con la policía, que es el representante de las clases dominantes-, ni que sean víctimas de la explotación de grupos socialmente más poderosos.
3) El hecho de que la lucha de tales grupos adopte la forma de una vendetta, en el sentido de que, con independencia de las acciones no encubiertas que realicen, atacan a cualquier individuo o grupo sólo por mostrar en público la insignia de pertenencia a un grupo rival. Las enemistades que a lo largo del tiempo se desarrollan entre grupos rivales de aficionados, y que perduran pese a los cambios de personas habidos dentro de esos grupos, apuntan en la misma dirección, es decir, traslucen el enorme grado de identificación de los miembros por separado con los grupos a que pertenecen.
4) El notable grado de conformidad y uniformidad en la acción que se muestra en canciones y los lemas de los violentos hinchas de fútbol. Un tema recurrente en esas canciones y lemas es el reforzamiento de la imagen masculina del grupo a que se pertenece aunado a la denigración y los ataques a la falta de virilidad del grupo contrario. En caso de grupos más individualizados, resulta difícil creer que sus miembros desearan o pudieran emprender acciones tan complejas y uniformes y, consiguientemente, es razonable suponer que en la base de estos grupos se hallen los efectos homogeneizadores de los lazos segmentarios.
En resumen: los grupos segmentarios en las sociedades modernas están sometidos a restricciones desde afuera pero no, ni muchísimo menos en el mismo grado, desde adentro. Internamente sus miembros continúan encerrados en figuraciones sociales que evocan en muchos aspectos las formas preindustriales de enlace segmentario y que, consiguientemente, generan sutiles formas de masculinidad agresiva. Los intensos sentimientos de pertenencia al grupo y de hostilidad hacia los demás grupos en los que miembros de tales grupos ligados por lazos segmentarios significan que el enfrentamiento es prácticamente inevitable cuando sus miembros se ven frente a frente. Por otra parte, sus normas de masculinidad agresiva y su relativa incapacidad para autocontrolarse significan que el conflicto nacido entre ellos conduce fácilmente a la pelea directa. De hecho, tanto como ocurrió con sus equivalentes preindustriales, la lucha dentro y entre tales grupos es necesaria para el establecimiento y la conservación del prestigio conforme a sus normas de masculinidad agresiva. En consecuencia, los individuos, a nivel personal, obtienen placer realizando lo que para ellos es un papel socialmente necesario.

UNIDAD 1

La unidad está orientada a familiarizarlos con la sociología - enmarcada en el contexto histórico de su constitución como disciplina relativamente autónoma -, con sus principales representantes y con los problemas que buscaban develar. Pero particularmente a introducirlos en un primer ejercicio de desnaturalización de la mirada que permite pensar el mundo social como un mundo socialmente construido.

¿Qué es la sociología? ¿Cuáles son sus orígenes? ¿Cuáles son las principales inquietudes?

- Qué es la sociología. Lo social como construcción. Presentación de los principales representantes de este pensamiento.
- Contexto histórico de surgimiento del pensamiento sociológico, marco en el que se elaboran las propuestas teóricas de sus principales representantes. Vinculación con la historia de los medios de comunicación.
- Análisis de una de las inquietudes que acompañan el desarrollo de la sociología: Individuo – sociedad.

Bibliografía

AGUILAR, M.A. (2007) “Inquietudes sociológicas. Las preguntas reiteradas de los teóricos sociales” – mimeo.
BAUMAN, Z. (1990) Pensando sociológicamente – Ediciones Nueva Visión, Buenos Aires. Introducción.
GUERRERO, M.G. -“La desnaturalización de lo social” Presentación y selección de textos autores varios.
LUCCHINI, C; SIFFREDI, L; LABIAGUERRE, J. (1997) Procesos Sociales y Marco Histórico de la Sociología. Cap. 1 y 2. Editorial Biblos. Bs As.
Mattelart, A. y M. Mattelart (1997), Historia de las teorías de la comunicación, Barcelona, Paidós.
YUDI, J. (2006) – “Un recorrido por los orígenes de la Sociología”, mimeo.

UNIDAD 2

En esta unidad se presentan los conceptos sociológicos fundamentales de los teóricos seleccionados sus diferentes propuestas teóricas sobre composición u organización social. La pregunta que se intenta responder es:

¿Cómo se organizan, estructuran o componen las sociedades desde diferentes perspectivas teóricas?

Durkheim: hecho social, concepción de sociedad. De las sociedades primitivas a las sociedades modernas: el papel de la división del trabajo, las formas de solidaridad y la anomia.
Weber: Acción social, tipos de acción social y tipos ideales. Relaciones sociales. Comunidad y sociedad.
Marx: El desarrollo de la sociedad capitalista: estructura y superestructura, desarrollo de las fuerzas productivas, clases en la sociedad capitalista, trabajo alienado.
Bourdieu: Los conceptos de espacio social, campo, habitus, capitales.
Sociedad de masas: una aproximación a la teoría de comunicación de masas.


Bibliografía

Textos seleccionados por la cátedra de las siguientes obras:
COSTILLA, M. Guía de lectura de Weber
DE FLEUR, ML; BALL-ROKEACH, FJ (2001) Teoría de la comunicación de masas, Piados, Barcelona
DURKHEIM, E. (1987) Las reglas del método sociológico, Ed. La Pléyade, Buenos Aires
DURKHEIM, E. (1985) La división del trabajo social, Ed. Planeta – Agostini, Barcerlona. Introducción.
DURKHEIM, E. (1985) El suicidio, Akal-Universitaria, Madrid.
GUTIERREZ, A. (1995) Pierre Bourdieu. Las prácticas sociales, Ed Universitaria-Universidad Nac. De Misiones – Universidad Nac. De Córdoba, Posadas.
MARX, K. (1973) Contribución a la crítica de la economía política, Ediciones Estudio, Buenos Aires, Prefacio.
MARX, K. (1973) El Capital, Fondo de Cultura Económica, México.
MARX, K. y ENGELS, F. ( 1985) Manifiesto del Partido Comunista, Ed. Anteo, Buenos Aires. I Burgueses y proletarios.
MARX, K. (1974) Manuscritos económico-filosóficos, Alianza Editorial, Madrid Primer manuscrito Trabajo alienado.
WEBER, M. (1979) Economía y Sociedad, Fondo de Cultura Económica, México.
WEBER, M. (1969) La ética protestante y el espíritu del capitalismo, Ed. Península, Barcelona.
BOURDIEU, P. (1995) Respuestas, Editorial Grijalbo, Buenos Aires, Introducción BOURDIEU, P. (19979 “Espacio social y espacio simbólico” en Razones Prácticas. Sobre la teoría de la acción, Editorial Anagrama, Buenos Aires.

UNIDAD 3

Esta unidad está orientada a indagar alrededor de diferentes interpretaciones sobre el poder y particularmente sobre la construcción de sentido y la naturalización del orden social dominante que hacen posible entender tanto el éxito y la continuidad de determinada forma de organización social vigente, como las dificultades para modificarla o transformarla.

¿Cómo explican o interpretan, los autores seleccionados, la naturalización de las desigualdades en las estructuras sociales?

Pensamiento marxista: Marx y el concepto de ideología, Gramsci y el concepto de hegemonía, Horkheimer y Adorno: ideología e industria cultural.
Weber: poder, dominación y legitimidad de un orden social.
Bourdieu: doxa, poder simbólico y violencia simbólica.

Bibliografía

Textos seleccionados por la cátedra de las siguientes obras:

BOBBIO, N. (1983) Diccionario de política, Siglo veintiuno editores, México.
BOURDIEU, P. (2000) La dominación masculina, Editorial Anagrama, Barcelona.
BOURDIEU, P. (1993) “Espacio Social y poder simbólico” en Cosas Dichas, Gedisa editorial, Barcelona.
BOURDIEU, P. (1997) Meditaciones Pascalianas, Anagrama, Barcelona.
HORKHEIMER, M y ADORNO, T. (1987) Dialéctica del Iluminismo, Ed. Sudamericana, Buenos Aires.
MARX, K. y ENGELS, F.(1974) Ideología Alemana, Ediciones Pueblo Unido, Montevideo y Grijalbo, Barcelona.
MARX, K.(1971) Miseria de la Filosofía, Siglo XXI Argentina Editores, Buenos Aires.
WEBER, M. (1979) Economía y Sociedad, Fondo de Cultura Económica, México.
WEBER, M (1985) “La política como vocación”, en Ensayos de Sociología Contemporáneas, Ed. Planeta Agostini, Barcelona.